Categoría: Instituciones sanitarias

El SAMU 061 aplica un protocolo para reducir las secuelas neurológicas de los pacientes que sufren una parada cardiorrespiratoria

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El Servicio de Atención Médico Urgente (SAMU 061) aplica un protocolo de hipotermia en los casos de parada cardiorrespiratoria con el fin de minimizar las secuelas globales —y especialmente las neurológicas— en pacientes susceptibles de recibir este tratamiento. El resultado de aplicarlo se ha hecho manifiesto en que el treinta por ciento de los pacientes atendidos mediante este protocolo (es decir, diez) fueron dados de alta sin ninguna secuela neurológica.

El consejero de Salud, Martí Sansaloni —acompañado por el director general del Servicio de Salud, Miquel Tomàs; la gerente del SAMU 061, Lupe Hidalgo, y el coordinador asistencial, Iñaki Unzaga— ha presenciado una demostración de la activación de dicho protocolo.

Para pone en marcha el protocolo, los médicos de las UVI móviles deben rellenar unos registros en los que se establecen unos criterios estrictos de inclusión y exclusión de los pacientes candidatos. Las personas beneficiarias de este tratamiento son las que han sufrido una parada cardiorrespiratoria y aquellas a las que se ha aplicado la reanimación cardiopulmonar en un período inferior a quince minutos, con una recuperación tras la reanimación avanzada en menos de treinta minutos o en pacientes en estado de coma.

Cuando se activa el protocolo, el médico y el enfermero del SAMU 061 instalan una vía en un brazo del paciente para administrarle suero fisiológico frío y reducirle la temperatura corporal mientras es trasladado a un hospital. Entonces se avisa al centro de coordinación del SAMU 061, que informa a la UCI del hospital receptor de que se ha iniciado dicho protocolo. A continuación, durante el traslado cubren al paciente sedado con una manta especial de hipotermia, que está conectada al sistema de refrigeración del aire acondicionado de la ambulancia. Según la literatura científica, si se consigue una hipotermia moderada (entre 32 °C y 34 °C) durante 12-24 horas se puede incrementar la supervivencia del paciente sin que sufran ningún deterioro neurológico.

Desde febrero de 2012, un 30 % de los pacientes atendidos tenía entre 65 y 69 años, un 35 % estaba en la franja de 60 a 64 años, un 15 % tenía entre 50 y 54 años y el 20 % restante tenía entre 40 y 50 años. Del total, solo el 33 % tenía antecedentes de cardiopatía isquémica (infarto, angina de pecho…).